Él es de esas personas que desprenden tanta
alegría; que si estas a pocos metros inevitablemente te envolverán en ella, si
no estás lo suficientemente protegida te atraerá, y entonces no habrá marcha atrás.
Tal vez sea que
en el instante en el que le conocí tenía la gran necesidad de sonreír, y allí estaba
él, con ese don natural de levantarle el ánimo a cualquiera.
Y no bastando con eso, él mismo no soporta ver a
alguien más triste e inevitablemente hace lo que este en sus manos para
cambiarlo.
Ahora es que lo entiendo mejor, me enamore
de esa felicidad inmensa que me contagiaba estando cerca, su manera de cantar
cada canción como si la vida se le fuese en ello, sus dedos expertos contra las
cuerdas de la guitarra y la forma en la que sacudía mi realidad con palabras.
No fuimos, ni seremos. Pero siempre anhelé que
fuese feliz donde estuviera.
“Y aún deseo que tu sonrisa siga igual
de perfecta.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario