Llovía y ella tan distraída
como siempre, caminaba tropezándose con cuanta grieta encontrara en su camino.
En una de las tantas veces que perdió el equilibrio, el viento le arrebató el
paraguas. No intento recuperarla. En lugar de eso miro hacia el cielo y
extendió las manos disfrutando el momento.
Dos casas atrás caminaba él,
un paraguas de lunares cayó sobre sus pies, la levanto con la mano libre
y se dirigió a la única persona en la calle que estaba totalmente empapada.
-Es tuya – dijo el, mas como
afirmación que como pregunta – Pero creo que ya no la necesitas más.
-Gracias desconocido –
contesto ella y la tomo sin abrirla.
- Mi nombre es T. ¿Y tú? ¿Tienes nombre? – preguntó sonriente.
-Claro, pero tendrás que
hacer más que recuperar mi paraguas para que pueda decírtelo.
Su sonrisa se amplió ante tal respuesta y
la invito a tomar un café con la excusa de evitarle un resfrío.
Cuando llegó la calma solo
quedaron las luces de la ciudad y el asfalto mojado, nada más, ni una sola
prueba de su historia, solo yo y mi enorme deseo de que ellos fuesen reales.
4 comentarios:
Hermosa entrada :)
Me gustó tu blog. Ya tienes una seguidora más :D
Un abrazo.
Amo la imagen de esta entrada, y el final es encantador...
Un fuerte abrazo!!!
Taun.
Un relato precioso y acompañado de muy buenas imágenes!
Llego a tu sitio por intermedio de un comentario tuyo en otro sitio.
Si me permites me quedo para seguir tus publicaciones.
http://perfumederosas-cristina.blogspot.com/
(¯`'•.¸(♥)¸.•'´¯) Abrazos desde Uruguay! (¯`'•.¸(♥)¸.•'´¯)
Fueron tan reales que pudieron inundar la ciudad.
Qué gusto leerte :)
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